miércoles, 23 de marzo de 2011

El secreto de sus ojos


Una de las estrellas más brillantes del firmamento de Holywood por décadas se apagó. Elizabeth Taylor, la mujer que combinó una belleza deslumbrante con actuaciones ovacionadas, murió esta mañana. Tenía 79 años.

Nacida en 1932 en el distrito londinense de Hampstead, su familia se mudó a Los Angeles en 1939 para escapar de la Segunda Guerra Mundial, que se avecinaba y ella consiguió su primer contrato en el cine en 1941, después de que los productores de la Universal quedaran prendados de su belleza y de esos enigmáticos ojos color violeta,

Protagonista de una carrera asombrosa que se extendió por décadas, Liz Taylor ganó dos premios Oscar a la mejor actriz por sus papeles en Quién le teme a Virginia Woolf (1966) y Butterfield 8 (o Una mujer marcada, o Una Venus en visón, de 1960), y sumó un tercero en 1994, con el galardón Jean Hersholt a la labor humanitaria por su trabajo en la lucha contra el HIV. La muerte de su amigo Rock Hudson, con quien compartió cartel en Gigante, la había impulsado al compromiso contra la enfermedad. Asimismo, ostentó en los premios de la Academia de Hollywood otras tres nominaciones, por algunos de sus papeles más recordados, como el de Un gato sobre el tejado de zinc caliente o el de De repente en el verano, donde compartió pantalla con Katharine Hepburn.

En los últimos años, a medida que se multiplicaron los problemas de salud, había desaparecido de los cines. Su último papel en la pantalla grande se remonta a 1994, con un pequeño rol en Los Picapiedras. Desde esa década, cada tanto aparecía en algún programa de la televisión estadounidense, como en Los Simpson, donde prestó su voz para ponerle sonido a la única palabra que la pequeña Maggie dijo en la serie.

En 2004, en una entrevista con la revista W, se había lamentado por los problemas de salud, a los que resistía con estoicismo. "Mi cuerpo es un verdadero desastre. Si lo ves en el espejo, está completamente convexo y cóncavo'', dijo por entonces. Seguramente no pensó que, al margen del paso del tiempo, su cuerpo, sus increíbles ojos violáceos y su talento actoral quedarán imperecederos en sus películas.

Fuente: Clarín.com