viernes, 29 de agosto de 2008

¡Bravo, Morgan!

Finalmente, tras una serie de cirugías y de partes médicos que causaron preocupación, Morgan Freeman fue dado de alta del hospital y se recupera en su casa, según anunciaron los medios de espectáculos estadounidenses.

El actor, de 71 años, había protagonizado un grave accidente automovilístico el pasado 3 de agosto en una carretera del estado de Mississipi, como consecuencia del cual resultó con fracturas múltiples en uno de sus brazos y contusiones varias que lo dejaron en estado crítico, llevando a los médicos que lo atendían a repetir una y otra vez que su condición era "seria".

Por fortuna, la cosa no pasó de un buen susto, el gran Morgan está de excelente ánimo y no ve la hora de volver a los sets para seguir regalándonos todo su talento.

¡Salute!

miércoles, 13 de agosto de 2008

Y un día se pudrió todo

Durante los años '50, en el contexto de la Guerra Fría, el cine hollywoodense no fue ajeno a la histeria imperante y se lanzó a producir películas que retrataran a la humanidad al borde de un ataque de nervios. La mayoría de éstas, nos mostraban sutiles y/o masivas invasiones extraterrestres o bien, monstruos muy nuestros, aunque alterados por alguna bomba atómica. La raíz de todas era la misma: el miedo al comunismo (los extraterrestres) y a la guerra nuclear (las criaturas mutantes).

Así, nacieron títulos tales como: This island Earth (1955), It conquered the world (1956), Forbbiden planet (1956) o I married a monster from outer space (1958), entre otros ya clásicos de la posguerra.

Pero antes de aquéllas, hubo una cinta que se preocupó no en bombardearnos y hacernos saltar por los aires, sino en demostrar que había otras opciones.

Estrenada en 1951, The day the Earth stood still (Robert Wise) o El día que paralizaron la Tierra, como se conoció en Latinoamérica, narra la llegada a nuestro planeta de un alienígena (Klaatu), quien viene acompañado de un inmenso robot humanoide (Gort). Contra todos los pronósticos, el visitante viene a solicitar una reunión con los líderes de los países más avanzados de la Tierra con un único objetivo: exigir que se acaben las guerras y se instauren de una vez por todas la paz y el entendimiento. Porque si no...

Pero no quiero adelantar más detalles de la historia, para el caso altamente improbable de que alguien no la haya visto. Personalmente, es una de mis películas favoritas; la vi por primera vez cuando tenía diez u once años, y me gusta revisitarla toda vez que puedo.

La buena noticia es que, en esta fiebre del revival que vive Hollywood (la falta de ideas, bah...), finalmente a alguien se le prendió el foco y han decidido filmar una remake. Y por lo poco que muestra el primer trailer, promete. Bienvenida, entonces.

Protagonizan Keanu Reeves y Jennifer Connelly. Dirige Scott Derrickson (El exorcismo de Emily Rose). El estreno es el 12/12/08.

jueves, 7 de agosto de 2008

Gracias por la música

Mamma Mía! nos cuenta la historia de Donna, una madre soltera que lleva adelante un pintoresco hotelito en una ignota isla de Grecia, y está organizando la boda de su hija Sophie, a quien crió sola y por las suyas. Para la boda, la mujer invita a dos amigas de la infancia: la centrada Rosie y la multidivorciada Tanya, con quienes alguna vez formara la banda “Donna and the Dynamos”.

Claro que, sin que Donna lo sepa, Sophie invita también a tres hombres que fueran amantes de su madre años atrás, sospechando que uno de ellos podría ser su padre.

Este es el preámbulo para una historia de enredos y malentendidos, en la cual nacerán amores nuevos, se reavivarán viejas pasiones y se intentará demostrar que nunca es tarde pese a todo. Todo ello con el fondo paradisíaco del mar Mediterráneo y al ritmo de una música que, como el ave Fénix, se resiste a morir y siempre está de vuelta.

Y es que, seguramente, es la banda de sonido la excusa más valedera que tiene esta comedia. Ya que Mamma Mía! (the movie) se apoya en una veintena de las mejores canciones de ABBA, el mítico cuarteto sueco que reinara en las discos durante buena parte de los '70 y principios de los '80, y cuya música aún suena en todos los cumpleaños de quince (Dancing Queen es infaltable) y en cualquier fiesta retro que se precie de tal.

Encabezado por la siempre inobjetable Meryl Streep (Donna), en el reparto se lucen también Amanda Seyfried (Sophie), Julie Walters, Pierce Brosnan y Colin Firth.

La directora inglesa Phyllida Lloyd, de lucida trayectoria en las tablas británicas, hace aquí su debut cinematográfico y adapta con ritmo acertado el musical escrito por Catherine Johnson, sobre las canciones de los ABBA Benny Andersson y Björn Ulvaeus, junto a Stig Anderson.

Quedará como anécdota (pintoresca, si se quiere) la rotunda negativa de los ex integrantes del cuarteto -reunidos para la ocasión en el estreno londinense- a la propuesta que les hiciera un productor musical de volver a salir al ruedo para una serie de cien conciertos, a cambio de un dinero: mil (1000, sí; UN MIL...!) millones de dólares. "No es para nosotros", declaró el gordito Benny sin que se le moviera un pelo de su ya canosa barba vikinga.

Esteee... Sr. Productor..., digo yo, si junto a cuatro que entonen más o menos bien, ¡¿dónde querés que te firme...?!

miércoles, 6 de agosto de 2008

Cuando el cine cumple con su objetivo

Me resulta difícil ser imparcial respecto a Batman. Soy un fanático desde que tengo uso de razón. Mucho más de lo que podría llegar a serlo de cualquier otro héroe nacido de un cómic.
Y es que, como dijera alguna vez Stephen King, el Encapotado se me ocurrió siempre como más cercano, más posible. Quizás por el hecho de ser un mortal común y corriente, exento de superpoderes y sin más armas que un excelente estado físico, un instinto detectivesco y una inteligencia superlativa.
Me refiero a que (sin ánimo de ofender a Superman y sus seguidores) es muy fácil ponerle el pecho a las balas cuando uno es inmune a ellas. La cosa se complica cuando sabés que te pueden hacer un agujero y mandarte al más allá, como a cualquier otro.

Con esta ilusión, me fui a ver The Dark Knight. Y lo que esperaba como un nuevo encuentro con el héroe emblemático de siempre, me pasó por encima como una avalancha.

Qué lejos quedaron (¡graciadio'!) las dos vergonzosas fantochadas a cargo de Joel Schumacher (Batman forever y Batman & Robin), quien no supo interpretar el mundo siniestro del murciélago y lo convirtió en una colorida kermesse de fin de semana.

Sucesora de la promisoria Batman begins de 2005, esta secuela (que nos llega a los latinoamericanos con un alivianado El Caballero de la Noche. Y bue...) prometía ya desde el título, aportar una mayor cuota de oscuridad al, de por sí, personaje más freak del universo comiquero. Y cumple ampliamente.

Christopher Nolan (Memento, Insomnia, Batman begins) regresa para poner el ojo tras la cámara e igual que en la primera parte, se manda un clavado hacia las profundidades de la criatura y lo que pare, es un Batman atormentado, esencial, más interesado en aplicar justicia que en respetar leyes y con la demencia a punto de caramelo. Los adoradores de la mano maestra de Tim Burton (este Caballero Oscuro mucho le debe a sus magistrales Batman de 1989 y Batman Returns de 1992), podemos respirar aliviados.

El muy buen actor galés Christian Bale vuelve a calzarse el traje de goma para componer al mejor murciélago desde Michael Keaton para acá, y le pone a su Bruce Wayne la perfecta máscara de desasosiego espiritual que el millonario necesita.

Morgan Freeman y Gary Oldman, encarnan de nuevo e impecablemente a dos aliados del justiciero: Lucius Fox, quien le provee de los gadgets necesarios para combatir al crimen y el incorruptible policía Jim Gordon, respectivamente.

El sólido Michal Caine, en tanto, pone su mejor acento y las dosis justas de hieratismo y humor inglés, al servicio del fiel Alfred Pennyworth, mayordomo de los Wayne y padre sustituto del joven Bruce.

La inexpresiva sra. Cruise, Katie Holmes, no es afortunadamente de la partida esta vez, siendo reemplazada en el rol de Rachel Dawes, interés romántico pospuesto del héroe, por la talentosa Maggie Gyllenhaal. ¡Menos mal!

Se suma al elenco el ascedente Aaron Eckhart (Thank you for smoking, entre otras) y le pone el pecho al fiscal Harvey Dent, personaje que por esas cosas azarosas que tiene la vida, termina dándose vuelta en el aire y convirtiéndose en otro villano al que ya le llegará su turno: el terrible Two-Face. Y bue, político tenía que ser...

Párrafo aparte para el Joker quien, una vez más, se erige en el alma de la fiesta.

Y es que el payaso no es un rival más. Es la némesis del Encapotado, su complemento perfecto, casi su imagen en el espejo de la locura. Porque en el desfile de freakies que es Batman, el Guasón es el que menos patitos tiene en la fila.

El fallecido actor australiano Heath Ledger, quien ya había sacado chapa en películas como Brokeback Mountain y I'm not there, nos regala la actuación de su vida y saca de la galera a un Guasón psicótico y siniestro, casi en las antípodas del que tan bien dibujara Jack Nicholson en la versión de Burton, e infinitamente próximo al criminal más peligroso de todos: el que disfruta lastimar porque sí.

Pero más allá de las estupendas actuaciones, la película es un tanque de guerra. Bien cerrada y sin fisuras. Sus casi dos horas y media se pasan volando, sostenidas por un ritmo demoledor que va permanentemente in crescendo; arranca arriba y va por más a cada instante. Nolan apenas nos permite tomar aire entre una escena y otra, y con maestría de orfebre logra un policial de acción a la altura de los mejores del género. Por momentos, gracias a la intensidad de las imágenes y a la acertadísima banda de sonido compuesta por Hans Zimmer (Gladiator, Hannibal, The Da Vinci Code) y James Newton Howard (Vertical limit, King Kong, The happening), uno cree estar viendo Heat o Miami Vice (ambas de Michael Mann) o cualquiera de los buenos thrillers de Brian De Palma.

El Cruzado de la Capa está de vuelta, amigos. Definitivamente, está de vuelta. Y los fanáticos (como yo), profundamente agradecidos.