miércoles, 6 de agosto de 2008

Cuando el cine cumple con su objetivo

Me resulta difícil ser imparcial respecto a Batman. Soy un fanático desde que tengo uso de razón. Mucho más de lo que podría llegar a serlo de cualquier otro héroe nacido de un cómic.
Y es que, como dijera alguna vez Stephen King, el Encapotado se me ocurrió siempre como más cercano, más posible. Quizás por el hecho de ser un mortal común y corriente, exento de superpoderes y sin más armas que un excelente estado físico, un instinto detectivesco y una inteligencia superlativa.
Me refiero a que (sin ánimo de ofender a Superman y sus seguidores) es muy fácil ponerle el pecho a las balas cuando uno es inmune a ellas. La cosa se complica cuando sabés que te pueden hacer un agujero y mandarte al más allá, como a cualquier otro.

Con esta ilusión, me fui a ver The Dark Knight. Y lo que esperaba como un nuevo encuentro con el héroe emblemático de siempre, me pasó por encima como una avalancha.

Qué lejos quedaron (¡graciadio'!) las dos vergonzosas fantochadas a cargo de Joel Schumacher (Batman forever y Batman & Robin), quien no supo interpretar el mundo siniestro del murciélago y lo convirtió en una colorida kermesse de fin de semana.

Sucesora de la promisoria Batman begins de 2005, esta secuela (que nos llega a los latinoamericanos con un alivianado El Caballero de la Noche. Y bue...) prometía ya desde el título, aportar una mayor cuota de oscuridad al, de por sí, personaje más freak del universo comiquero. Y cumple ampliamente.

Christopher Nolan (Memento, Insomnia, Batman begins) regresa para poner el ojo tras la cámara e igual que en la primera parte, se manda un clavado hacia las profundidades de la criatura y lo que pare, es un Batman atormentado, esencial, más interesado en aplicar justicia que en respetar leyes y con la demencia a punto de caramelo. Los adoradores de la mano maestra de Tim Burton (este Caballero Oscuro mucho le debe a sus magistrales Batman de 1989 y Batman Returns de 1992), podemos respirar aliviados.

El muy buen actor galés Christian Bale vuelve a calzarse el traje de goma para componer al mejor murciélago desde Michael Keaton para acá, y le pone a su Bruce Wayne la perfecta máscara de desasosiego espiritual que el millonario necesita.

Morgan Freeman y Gary Oldman, encarnan de nuevo e impecablemente a dos aliados del justiciero: Lucius Fox, quien le provee de los gadgets necesarios para combatir al crimen y el incorruptible policía Jim Gordon, respectivamente.

El sólido Michal Caine, en tanto, pone su mejor acento y las dosis justas de hieratismo y humor inglés, al servicio del fiel Alfred Pennyworth, mayordomo de los Wayne y padre sustituto del joven Bruce.

La inexpresiva sra. Cruise, Katie Holmes, no es afortunadamente de la partida esta vez, siendo reemplazada en el rol de Rachel Dawes, interés romántico pospuesto del héroe, por la talentosa Maggie Gyllenhaal. ¡Menos mal!

Se suma al elenco el ascedente Aaron Eckhart (Thank you for smoking, entre otras) y le pone el pecho al fiscal Harvey Dent, personaje que por esas cosas azarosas que tiene la vida, termina dándose vuelta en el aire y convirtiéndose en otro villano al que ya le llegará su turno: el terrible Two-Face. Y bue, político tenía que ser...

Párrafo aparte para el Joker quien, una vez más, se erige en el alma de la fiesta.

Y es que el payaso no es un rival más. Es la némesis del Encapotado, su complemento perfecto, casi su imagen en el espejo de la locura. Porque en el desfile de freakies que es Batman, el Guasón es el que menos patitos tiene en la fila.

El fallecido actor australiano Heath Ledger, quien ya había sacado chapa en películas como Brokeback Mountain y I'm not there, nos regala la actuación de su vida y saca de la galera a un Guasón psicótico y siniestro, casi en las antípodas del que tan bien dibujara Jack Nicholson en la versión de Burton, e infinitamente próximo al criminal más peligroso de todos: el que disfruta lastimar porque sí.

Pero más allá de las estupendas actuaciones, la película es un tanque de guerra. Bien cerrada y sin fisuras. Sus casi dos horas y media se pasan volando, sostenidas por un ritmo demoledor que va permanentemente in crescendo; arranca arriba y va por más a cada instante. Nolan apenas nos permite tomar aire entre una escena y otra, y con maestría de orfebre logra un policial de acción a la altura de los mejores del género. Por momentos, gracias a la intensidad de las imágenes y a la acertadísima banda de sonido compuesta por Hans Zimmer (Gladiator, Hannibal, The Da Vinci Code) y James Newton Howard (Vertical limit, King Kong, The happening), uno cree estar viendo Heat o Miami Vice (ambas de Michael Mann) o cualquiera de los buenos thrillers de Brian De Palma.

El Cruzado de la Capa está de vuelta, amigos. Definitivamente, está de vuelta. Y los fanáticos (como yo), profundamente agradecidos.

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