Así empezaba una vieja y querida serie de TV de los '60; que creció, pasó al cine, volvió a la tele, siguió creciendo y terminó por convertirse en algo parecido a una religión.
Con millones de fans alrededor del mundo (autodenominados trekkies o trekkers), quienes disfrutan de sentarse y ver, una y otra vez, las aventuras del programa original, de su decena de películas y/o series desprendidas, Star Trek -o Viaje a las estrellas, hablando en criollo-, es sin lugar a dudas un fenómeno de la ciencia ficción en particular y de la TV en general. Un éxito que quizás se deba, en parte, al espíritu original de la serie: por primera vez, humanos y alienígenas no aparecían observándose con completa desconfianza o directamente trenzados en feroces batallas interplanetarias matizadas con andanadas de rayos (salvo alguna que otra peleíta con los beligerantes klingons o los traicioneros romulanos; a la postre, aliados también), sino que salían a explorar el Universo de la mano y bajo la bandera de la Federación Unida de Planetas.
No me parece poca cosa para una historia parida en el apogeo de la Guerra Fría, cuando Este y Oeste se espiaban con la aprensión a flor de piel y el dedo crispado sobre el botón de disparo de los arsenales nucleares. Loas y laureles de gloria a Gene Roddenberry, entonces, de cuya mente visionaria brotó una idea tan pacífica. Y tan extraordinariamente vigente.
Sí. Porque Viaje a las estrellas siempre está volviendo, hermanos humanos.
Y es que de la mente de otro visionario de la fantasía, el inquieto y multifacético Jeffrey Jacob Abrams, J.J. pa' los amigos, hacedor de algunas obritas memorables en esto del entretenimiento de masas (Alias, Cloverfield y la adictiva Lost, figuran entre sus varios logros), ha brotado un nuevo eslabón de la aventura intergaláctica.
Star Trek XI está a punto de ver la luz. Y promete.
¿Por qué?, se preguntarán los no iniciados.
Bueno, porque no se trata de una continuación lineal de los sucesos, a partir del punto al cual llegaran el carismático Jean-Luc Picard y los de la Nueva generación, la excelente serie que siguió la línea de la primera y estuvo en el aire durante siete temporadas, de 1987 al '94, dando material para cuatro largometrajes entre 1994 y 2002. Nones. Viaje a las estrellas 11 nos propondá remontarnos al principio de los tiempos, al siglo XXIII, a la construcción de la mítica NCC-1701 USS Enterprise; la más simple pero, seguramente, la más recordada de todas las Enterprise de la saga.
Así pues, iremos también al reencuentro de la, tal vez, más querida y venerada tripulación de una nave estelar en la historia de la televisión y la cinematografía.
Los actores no serán los mismos, por supuesto. Pero las figuras emblemáticas del capitán Kirk, el Sr. Spock, el Dr. McCoy et al, estarán ahí para hacernos creer a aquellos que aún soñamos, que 42 años no son nada. Que es posible seguir soñando. Y que "larga vida y prosperidad" pueden ser más que la expresión de deseo de un saludo vulcano.
Después de todo, ¿quién no jugó alguna vez a ser James T. Kirk y, zambulléndose sobre la consola de cartón pintado de un ficticio sillón de capitán, gritó para nadie: "¡Scotty, necesitamos más energía!"?
¡Engage!
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