
Hay noticias que jamás desearíamos dar, pero que son parte de la vida, tristemente.
Hoy nos ha dejado el gran Paul Newman.
Un comunicado de su fundación Newman's Own, informó que el actor y director estadounidense de 83 años, quien habría padecido cáncer de pulmón, falleció en la tranquilidad de su hogar y rodeado de su familia: la actriz Joanne Woodward y sus hijas, tal cual fuera su deseo, cuando en agosto pasado decidió dejar el hospital en donde estaba internado.
Nacido el 26 de enero de 1925, hijo de un padre de origen judío alemán y madre católica con raíces húngaras, Newman se graduó en la Universidad de Yale y luego estudió actuación en el mítico Actor's Studio de Lee Strasberg, en New York.
En 1958, apenas cinco años después de su debut en las tablas, recibió su primera nominación al Premio de la Academia por su interpretación, junto a la salvajemente bella Elizabeth Taylor, en La gata sobre el tejado de zinc caliente (Cat on a hot tin roof), sobre el drama sureño de Tennessee Williams.
Desde entonces, su talento merecería otras siete nominaciones como actor: El buscavidas (The hustler, 1961); Hud, el más salvaje entre mil (Hud, 1963); La leyenda del indomable (Cool Hand Luke, 1967); Ausencia de malicia (Absence of malice, 1981); Será justicia (The verdict, 1982); El color del dinero (The color of money, 1986), premio que terminaría llevándose; Ni un pelo de tonto (Nobody's fool, 1994) y Camino a la perdición (Road to Perdition, 2002); y una nominación como Mejor Película para Rachel, Rachel, film de 1968 en el que dirigió a Joanne Woodward.
Además de los mencionadas, Newman interpretó roles en decenas de películas que son ya clásicos del cine mundial; El cáliz de plata (The Silver Chalice, 1957), Butch Cassidy (Butch Cassidy and The Sundance Kid, 1969), El golpe (The sting, 1973), Infierno en la torre (The towering inferno, 1974) y Búfalo Bill (Buffalo Bill and the Indians, 1976) pueden citarse entre las más recordadas.
Por éstas y otras obras, en cine y en televisión, fue también merecedor de premios tales como el Golden Globe, el Emmy, el BAFTA, la Palma de Oro de Cannes y el Oso de Oro de Berlín, tanto en actuación como en producción y dirección.
Asimismo, la Academia cumpliría en honrarlo con otro Oscar, en 1986, por su contribución a la cinematografía y en 1994, con un Premio Jean Hersholt por su trabajo humanitario.
En resumen, se ha ido un magnífico actor, de las últimas glorias de un Hollywood dorado, quien, bien lejos de dejarse encandilar por las luminarias, no dudó en utilizar su nombre y su fama en beneficio de los más necesitados; la Newman's Own, que naciera como una fábrica de salsas y condimentos basados en sus recetas caseras, hoy es una gigantesca fundación que desde 1982 ha recaudado más de 250 millones de dólares, sólo para donarlos a causas benéficas alrededor del mundo.
Lo que se dice un gran tipo.
Pero grande de verdad.